domingo, 8 de agosto de 2010

Costumbres del ojo 3┇ Tarkovski en la Zona

(ver en Territorio liberado)
"Stalker" es una gran película porque juega con las convenciones de los géneros cinematográficos, acumula imágenes y diálogos significativos en un ensayo visual de factura nunca antes vista.

Si reina un día fuera, dijo la hermana primera… Y se condujo del otro lado de la valla y las ametralladoras donde aguarda, pasmosa e inmaculada, la Zona, la cámara de los deseos, el país del sentido. La Zona se autogenera, está llena de trampas que cambian a cada instante, es el espacio de la irracionalidad donde imperan el deseo y la desconfianza. La luna se puso roja, dos hombres hablan de la desesperanza y el guía, en cambio, teme más por el sentido de sus vidas que por sus mismas vidas.

Estamos en presencia del Profesor y del Escritor, la ciencia y el arte, los dos grandes mitos del siglo XX. Y frente a ellos, junto a ellos, desapercibido hasta ahora, está uno que sólo roza los milagros, pero no pretende saber nada de ellos. No quiere nada, no busca entrar directamente al cuarto donde se cumplen los anhelos. En cambio, se mueve entre los mundos. Es un stalker, alguien que acecha, que merodea, uno que sabe más de la pausa y del silencio, que ve de cerca y también de lejos, que desconfía. Un perro negro y flaco, especie de retrato de Anubis (el dios que guía las almas de los muertos en la mitología egipcia), viene por él, se acurruca a su lado, lo guía hasta el inframundo y luego sale de él y extiende la Zona hacia el resto del mundo.

El filme empieza como una historia de acción realmente aburrida. Hay una Zona donde cayó hace tiempo un meteorito, una región vigilada, aislada, temida, abandonada a su suerte, y un guía que da nombre a la película: Stalker. Desde afuera se dice de él: ha estado en la cárcel, ha padecido la desgracia de ser adicto a la Zona, tiene una hija mutante. En Texas sería un caza recompensas, un sobreviviente, una especie de Woody Harrelson en un país de zombis post-apocalíptico.

Pero ese personaje, esa película, es sólo la puerta de entrada a la verdadera película, la que ocurre frente a nuestros ojos de la manera menos obvia, y que sólo por momentos explota en unos cuantos segundos: una serie de recipientes que brillan pálidamente entre los despojos, donde hay peces, piedras, pistolas, bombas, jeringas, bolsas, monedas, íconos, trapos, baldosas, restos de viejas máquinas, el agua que lo cubre todo dejando ver el fondo y el reflejo, lo visible y lo pertinente.

Andrei Tarkovski se eleva sobre toda discusión acerca del sentido, y lo expresa en un todo coherente y expansivo que estira al máximo la capacidad del cine de combinar la fuerza y la belleza de las imágenes fijas y en movimiento, las palabras, los objetos y seres retratados, logrando un nuevo producto artístico. Tarkovski logró así integrar los elementos múltiples de la que consideraba la más exigente de las artes. Aunque se decía enemigo de las categorías y los géneros, es precisamente en la mezcla de discursos distintos de diferentes niveles y géneros donde se evidencia más claramente su genio.

La suya es una obra abierta como la definió Umberto Eco, que permite la acumulación de capas de sentido y las lecturas correspondientes. Al no abandonar nunca verdaderamente las convenciones del género del cine fantástico, destacan más las elecciones realizadas para trascender el proceso de elaboración artística y cumplir con su propósito explícito: reflejar la vida en el arte.

Así había sucedido con "Solaris", filme que sin embargo no era de sus favoritos por su lado “comercial”. Pero a diferencia de esa cinta y de "El espejo", en donde aparentemente logra liberarse de toda constricción, "Stalker" se muestra redondo porque vuelve por momentos al punto de partida: de la escena en la cama con la niña dormida en un cuarto desvencijado pasamos a la Zona y de nuevo al cuarto, pero ahora vemos una nueva dimensión: el espacio aparentemente vacío y empobrecido se desborda en realidad de libros, de esperanzas y de fe. Lo dice el guía, y lo confirma a su manera su mujer, hablando directamente hacia el espectador. Por último, se confirma la profecía sorda del perro que sirve de mensajero entre los mundos: la niña, la hija del guía, ha heredado la vibración del tren y el poder de la zona, y aunque no puede caminar, es capaz, en cambio –en la mejor tradición de los hombres X–, de mover objetos con la fuerza de su voluntad.

Se me antoja usar esta película para hacer una asociación libre con el poema de Sylvia Plath Olmo. Clic aquí. En este otro enlace se pueden ver varias películas de Tarkovski, clic.

Imagen de "Stalker" en su contexto original.

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