lunes, 15 de noviembre de 2010

Costumbres del ojo 17 ┇ En busca de la vanguardia [inconsciente] perdida


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En busca de la vanguardia [inconsciente] perdida

Como si fuera tan fácil. “Amor es nunca tener que pedir perdón” (algo que no cree ni Angélica María en su época estelar) pero Nathalie Sarraute sabe que la vida es más a la Bergman en Fanny y Alexander, « L’atmosphère épaisse dans laquelle ils vivaient toujours les entouraient ici aussi, s’élevait d’eux comme une lourde et âcre vapeur. » que la familia representa dolor, « Ils le prenaient et le trituraient, le retournaient en tous sens, se roulaient sur lui, se vautraient » que para los demás es casi tan doloroso como para nosotros existir, que vamos a quedarnos en las etapas anteriores, antes de decirlo, de decírnoslo, de analizarlo e interiorizarlo, de transformar las frases hirientes en materia creativa : «Il allait continuer, sans pitié, sans répit : « Dover, Dover, Dover ? Hein ? Hein ? Thackeray ? Hein ? Thackeray ? L’Angleterre ? Dickens ? Shakespeare ? Hein ? Hein ? Dover ? Shakespeare ? Dover ? »

Ay dolor ya me volviste a dar, pues ya llegó, llegó el instante crucial reproducido hasta el infinito, porque no gritamos, somos seres civilizados « Il ne pouvait pas leur échapper. Il ne pouvait que tourner vers eux poliment les deux faces lisses de ses joues, l’une après l’autre, pour leur baiser. », decimos al ladrón, ooom, nunca la situación, mi padre está muerto, maldito culpable, no sabes hacerte responsable de tu vida, no eres capaz de darte cuenta de que comer y pensar, pensar y cuestionar, te hacen ya el ser privilegiado que tanto querrías haber sido, decimos en cambio, no ahora, desde luego, por favor, espera, un momento antes de atacar, como todos, no antes, déjame asimilarlo, mamá estoy solo, seguiré tu herencia de abuso, seré la víctima vengadora:

« Mais il savait aussi que c’était probablement une impression fausse. Avant qu’il ait le temps de se jeter sur eux –avec cet instinct sûr, cet instinct de défense, cette vitalité facile qui faisait leur force inquiétante, ils se retourneraient sur lui et, d’un coup, il ne savait comment, l’assommeraient.»

« Tropismes » (1939), de Nathalie Sarraute, es la carne viva de la ficción, se dice tanto que no es el individuo el que escribe, Anna Ajmátova recibe dictado al oído, Marguerite Duras habla de movimientos interiores desconocidos, Rilke preconiza que no se debe escribir a menos que sea indispensable para la vida. Pero en el momento de la escritura, al revelar su fuero interno, hay un salto de regreso al mundo, el escritor utiliza de éste sus paradigmas lingüísticos, narrativos y descriptivos. En cambio, en Tropismos, Sarraute se detiene a la mitad del camino y cava para hallar la fuente intermedia, lo que no está dicho:

« Il sentait qu’à tout prix il fallait la redresser, l’apaiser, mais que seul quelqu’un doué d’une force surhumaine pourrait le faire, quelqu’un qui aurait le courage de rester en face d’elle ».

La materia prima de la manifestación de la mente, lo que hay entre el juicio puro y la significación volcada de regreso al mundo, puesta a la mejor distancia entre el trompe l’oeil conceptual, el palimpsesto perpetuo del género, de lo que se dice y por qué:

« Et bien ! Comment allez-vouz donc ? » il oserait cela. « Eh bien ! Comment vous portez-vous ? il oserait le lui dire –et puis il attendrait. Qu’elle parle, qu’elle agisse, qu’elle se révèle, que cela sorte, que cela éclate enfin –il n’en aurait pas peur.»

Es el paso entre el automatismo psíquico puro, en tanto que necesidad del inconsciente expresado, y lo que deriva del cerebro reptílico. Los tropismos representan una forma de adaptación fisiológica a las condiciones variables del medio. Esta adaptación es fundamental para las plantas, organismos que no pueden desplazarse.

Es vanguardia en el sentido de creer en la posibilidad de un alejamiento del yo en tanto que heredero de formas expresivas sentimentales, es el que las novedades formales se deriven de la investigación en vez de ser su punto de partida. Si lo que va a hablar no tiene voz, ¿dónde poner el punto de vista, el narrador, como caracterizar a los personajes? ¿Dónde comienzan y terminan el discurso, el texto, la anécdota?

El único indicio que nos permite (al revés de los cuentos populares, que excluyen por definición la noción de autor) situar los Tropismos en un tiempo y un espacio exteriores a su propia existencia, es el trabajo de análisis y clasificación de Sarraute, que se apersona, define que sus textos son prosa o poesía, que corresponden a una intención o al menos a una tentativa, terminación “ismos” incluida.

Imagen en su contexto original

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