sábado, 23 de febrero de 2008

El atlas de la vida de visita

El atlas de la vida de visita. I. D. tenía más imaginación de la que parecía necesitar para vivir la vida como se la imaginaba.

Es ya siempre fragmentario, mi proceso imaginativo un poco menos que mi capacidad de poner en palabras mis pensamientos, así que puedo pensar que ya, contrario a lo que creo –que soy un animal de palabras- contrario a lo que dice mi test de IQ en Internet –que soy un guerrero de palabras ¡y en inglés!- finalmente veo las cosas mucho más fácilmente, sueño más las historias, asimilo las películas a nivel imaginativo evidentemente con más facilidad, como todo el mundo, pero también creo que lo que entiendo y lo que asimilo de obras mucho más necesariamente ligadas a la lengua por sus características y mi inteligencia y no necesariamente porque es mi forma privilegiada de entender el mundo y las historias.

Con el mismo ejemplo entonces mi escritura es reflexiva porque estoy tratando de poner conceptos en claro, y la única ocasión en que logro escribir de una forma imposible de traducir a lenguaje es porque puedo hacerlo bien, pero no porque sea la única forma que tengo de comunicarme, porque tantas veces siento que es más lógico hacerlo en imágenes que son eso, imágenes.
Anyway, ¿qué es más importante, la obsesión o la supuesta orientación cognoscitiva hacia las palabras?
Even so, without looking. Pero es una cosa de adicto inconsciente, no de surrealista, pretencioso por si fuera poco (voy a odiar tanto esto cuando lo lea) es decir, sigo releyendo, claro, al menos el párrafo, y sigo pensando que vale la pena intentar hacer, después de mantener semejantes niveles de energía estática.
Siempre hay razones para optar. Pero menos obvias de lo que uno quisiera. Es decir, para ser completamente frívolo, hay que crearlo, pues no hay nada que implique el menor proceso de pensamiento.

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