lunes, 18 de febrero de 2008

Maria Antonieta legally blonde



María Antonieta Legally Blonde, abucheada en Cannes porque tiene dinero y poca autoconciencia, más allá de la conciencia de estar afuera a pesar de estar adentro, más allá de ser mucho más que una vaga incomodidad, un modelo recuperado de pérdida y tristeza, de nostalgia, que ahora sólo aparece en películas y series de TV, que se parece a Paris, pero más a Diana, a Nicole pero más Oprah, a Karen Olsen pero más a Karen Carpenter, a Britney pero más a Madonna, a Holly Golightly. Es la que ni siquiera llega a la conciencia trágica, la que no tiene que morir en el ridículo –aunque muera en la guillotina sin que su muerte sea teleológicamente osada, apenas una muerte cruel.


Rechacé Trainspotting por cínica y no sé si me equivoqué. Obviamente, después de Midnigth Cowboy y Naranja mecánica, donde prevalecía el foco sobre la sociedad, y de Drugstore Cowboy y My Own Private Idaho, películas en las que el personaje llegaba a la conciencia de la imposibilidad de su realización y por tanto a la distancia crítica, tal vez oscuramente a su victoria -y tal vez allí radica su éxito y la realización de la “Mente Brillante”-, me pareció ofensivo ver una historia en la que el personaje pasa toda la película viviendo experiencias limítrofes con la búsqueda del sentido para terminar concluyendo que quiere vivir exactamente igual que cualquier consumidor inglés de clase media.




Ahora bien, tal vez no es fácil ser un comprador pudiente en el Reino Unido, como bien afirman las estadísticas, aunque en la era de la seducción se ha vuelto una meta mucho más cercana y por lo tanto más común. Pero eso ya lo reflejó de manera inmejorable Perec en Las cosas, y además planteó un final con moraleja, de cita de Marx, que si bien no añade nada al formidable trabajo del texto, lo eleva a una cierta distinción moral casi imperceptible pero bien patente.

Pero tal vez no estaba en juego la estructura social del deseo sino la falibilidad del ser humano, de igual forma que una reina adolescente, en vez de ser un reflejo de su grandote momento histórico, sea un muestrario de gustos adolescentes, de banalidades a tope, de gustos mal dibujados, y se parezca más, en la mirada de una directora joven de nuestros días, a una cantante pop adolescente de su país que a una aristócrata paradigmática de la historia europea.

No hay comentarios: