martes, 11 de diciembre de 2012

Do something pretty while you can


Do something pretty while you can. Don’t fall asleep. Y es necesario desgranar los lugares comunes, todo no es tan único, esa es, por enésima vez, la lección del día.
Hacer la lista de los encuentros casuales frustrantes con gente que me muestra mi lugar, mi pequeño lugar, refugiado en la esperanza de vivir en lo que secretamente (sí, secreta y públicamente, es lo mismo y es un lugar común decirlo) sé que es mejor, la voz que toma más tiempo, hasta que se hace pública, y gana y crece, hasta que tal vez unos cuantos, y luego unos cuantos más, reconocen.
De día soy aburrido, de noche soy más aburrido, pero logro, a veces, que se me olvide.



miércoles, 29 de agosto de 2012

Sullen


 
The bark of this early spring day moves in stealthy
—do not undo me!
soon will come the time of streets dirty with Jacaranda flowers, the heat,
and I will balloon and burst if I don’t find the obvious way.

This gust of March used to be a celebration,
now my enemy  hides amongst foliage,
drunk with ripe words and applause

How do you miss a day of life?
No sick days against foul seasons
 ‘I don’t sleep well, doctor, I’m a zombie,
a man with no reference at hand’.
So much for songs and documents
plastic bags and filth in the pond.

domingo, 5 de agosto de 2012

Poema ligero de domingo

Domingo en la tarde temprana:
la música aleja a las moscas,
cambia la configuración del día,
aparece como si se hubiera ido.

jueves, 5 de julio de 2012

Lectura de Alas en la librería Rosario Castellanos del FCE, en la Condesa

Este viernes 6 de julio a las 20 horas los invito a todos a la lectura de textos de la novela Alas de Mijaíl Kuzmín, traducida por mí y por Bela Méndez en la librería Rosario Castellanos del Fondo de Cultura Económica.




jueves, 21 de junio de 2012

Éxito de la presentación de Alas en el Museo del Chopo

Nayar Rivera y Sergio Téllez-Pon


Éxito total en la presentación del Chopo de la novela Alas de Mijaíl Kuzmín, que traduje con Bela Méndez y que fue publicada por Quimera, con un gran público convocado por el Festival para la Diversidad Sexual, además de algunos amigos cercanos. Muy lindo y rico. Espero tener la misma buena suerte el viernes próximo 6 de julio en la librería Rosario Castellanos del Fondo de Cultura Económica a las 8 de la noche. Somos es el último evento literario de la Feria del Libro Independiente... ¡espero que haya algún bocadillo ruso para celebrar la ocasión!


David Conn y María Antonia Chávez. Al Fondo, Salvador Irys, coordinador del festival 

Un momento de la charla
Algo del público

Salvador, Fernando y más público

sábado, 9 de junio de 2012

Al fin llegó el momento de presentar una deliciosa novelita que traduje del ruso con Bela Méndez. Alas, de Mijaíl Kuzmín, vale la pena porque su lectura es rápida y ágil, rica en matices y descripciones, original y rescatada del olvido para deleite de los lectores del castellano.

La recomiendo mucho, y l@s invito a tod@s a conocerla en el Museo Universitario del Chopo el próximo jueves  14 de junio a las 18 horas.

domingo, 1 de abril de 2012

Mi miedo a la moda me doma


Cada vez que escribo sobre moda y sobre ropa en general me invade la zozobra. Una zozobra aprendida, forjada a fuego lento en la experiencia. Puedo hablar impunemente sobre la mayoría de los temas que tocan los hábitos del cuerpo y los rituales de la vida cotidiana, pero hablar de moda es, hoy, para mí un tabú. No es que no me lea o reconozca en el grupo de gente que vive a través de la palabra textos escritos o transcritos sobre moda y ropa en muchas y muy distintas épocas, aun si lo fueron de manera sesgada y parcial (se le dice “personal”, o mejor aún, “subjetiva”), como en El Libro de la almohada, en los lais y los Cuentos de Canterbury, en la Ilíada y en todos los cuentos populares que hablan de historias de reconocimiento, sino que por alguna razón el tema me genera un  miedo profundo respecto a mi propia profundidad.
Claro que sí está Roland Barthes y su análisis del sistema de la moda, y la secuela de Umberto Eco. Por supuesto, si uno lee con atención a Barthes en ciertas premisas no se decepciona desde una cierta perspectiva, pues lo que le interesa en la moda es su proceso, que “no se puede entender a partir sólo de la ropa, la moda hay que referirla a una actitud determinada ante diferentes situaciones. Lo que caracteriza a la moda son sus formas de cambio, cambio que acontece en plazos generalmente breves y regulados socialmente”.  Es decir, esta aparente necesidad perenne de cambio puede reflejar y verse reflejada, por ejemplo, en las historias de los tricksters  (los más humanos de los dioses, digo yo), que se dedican a horadar el orden fijo, voluntariamente sistemático del mundo, haciéndolo habitable, y que a su vez, en tanto mitos presentes en todas las culturas, reflejan no un constante nueva, sino más bien una puerta subrepticiamente abierta a la  novedad. O como respondió Marvin Minsky ante el problema de la existencia de los axiomas de Göedel, “la inteligencia humana es capaz de errar y de comprender declaraciones que son en realidad inconsistentes o falsas”.
Pero no quiero hablar aquí de eso, ni de la indumentaria como  un “referente de la asimilación cultural de las minorías en los países desarrollados”, o “como expresión artística y social de una época determinada” (no escribo los nombres de los autores de estas citas aquí para no  jugar a otorgarles valor cuando en este texto no lo tienen, sino que más bien representan los lugares comunes de una comunidad, su memoria colectiva).
Casi ni vale la pena mencionar a qué se debe el rechazo por el pensamiento sobre la moda, pero lo hago de manera banalísima porque para tanta gente es aparentemente claro: la moda es tal vez la más estandarizada y redituable de las industrias basadas en una necesidad humana transformada en necesidad de consumo, y por lo tanto no necesita ni merece competir con otras prácticas menos mecanizadas y por los tanto un poco más nobles. Básicamente, está en todas partes y no necesita defensa.
Y entonces me detengo aquí aterrado, después de agotar mis justificaciones intelectuales, cuando apenas he llegado a donde quiero llegar. Y no sé qué decir. Ni cómo decirlo. Por más que quiero hablar de la emoción primitiva que me da la seda estampada o bordada, los pájaros azules del huipil de Panajachel, ciertas formas mágicas de algunos sombreros suspendidos en su propia riqueza, las palabras me rehúyen. 

jueves, 5 de enero de 2012


¿De qué se trata esta concatenación de desastres calculados, de tramas interrumpidas, de meras violencias contra el mundo como si el mundo fuera de personas, y como si todas las personas no fueran más que una sola persona?

lunes, 24 de octubre de 2011

Necesito leer más




La nueva casa de vacaciones de J.K. Rowling en Tasmania es la prueba de que sí se puede vivir de escribir literatura
Necesito leer más. Me hace falta la embriaguez de la que hablaba Baudelaire: “Il faut être toujours ivre. Tout est là: c’est l’unique question. Pour ne pas sentir l’horrible fardeau du Temps qui brise vos épaules et vous penche vers la terre, il faut vous enivrer sans trêve”. [Hay que estar siempre ebrio. Todo consiste en eso: es la única cuestión. Para no sentir la carga horrible del Tiempo, que os rompe los hombros y os inclina hacia el suelo, tenéis que embriagaros sin tregua.]
Necesito la embriaguez de la literatura, la embriaguez del mundo, la despreocupación del equilibrio en los niveles de serotonina de mi cuerpo. Cuando viajo, cuando hago ejercicio, cuando trabajo en actividades placenteras, el tónico mágico del cerebro se autoregula, pero cuando regreso a la realidad de la… ejem, flexibilidad del empleo, hay que hacer ajustes extra.
Esta vez pensaba escribir sobre el ensayo, la experimentación y la libertad y en cambio acabé escribiendo sobre la serotonina. Curioso, o más bien lógico, con la lógica del sentido común. Dice un blog de consejos que algunas cosas que podemos hacer para regular nuestros niveles de serotonina son: “Hacer ejercicio con regularidad, la vida al aire libre, pasear y bailar [...] Cambiar de actividad, hacer cosas nuevas, emprender nuevos proyectos, viajar… ayuda a que la serotonina aumente.”
Siempre que veo esta clase de consejos recuerdo la frase de un personaje de Ken Loach en “Riff Raff”, que iba más o menos así: “la depresión es para la clase media, nosotros tenemos que trabajar”. Por supuesto que sé que pensar esto puede sonar hipócrita y retorcido, pues casi siempre he pertenecido a lo que en México se considera clase media, ingredientes más, ingredientes menos. A menos que apliquemos una definición marxista, no sé si apócrifa, que he oído varias veces: “educación burguesa, medios de proletariado”. Allí sí que cumplo con la definición, pero para un país rico, pues para los de éste creo que me sobran varios viajes y mucha comida.
Emprender nuevos proyectos. Viajar. Salir al campo. Comprar una casa de campo. Poner un negocio. Escribir una crónica sobre la ciudad de México que gane el Concurso Nacional de Crónica Urbana Salvador Novo (50000 pesos y la publicación del trabajo), o el ensayo que gane el Concurso Internacional de Ensayo UAS/COLSIN/Siglo XXI (20000 USD y la publicación de la obra); o por qué no, el Premio Internacional de Ensayo Isabel Polaco (100000 USD y la publicación de la obra), seguido del Premio Planeta del Novela (601000 Euros y la publicación de la obra) y del Nobel de Literatura (en 2009, casi un millón y medio de dólares). Los planes se multiplican sin tregua, pero la realidad se encarga de acotarlos. Sólo por hoy pude escribir estas palabras, le dediqué un día más a mi golosina favorita, y no sé qué vendrá después. Mientras más responsabilidades se acumulan en mi agenda, menos puedo disfrutar de la lectura y la escritura, y lo que era una realidad cotidiana poco a poco se vuelve un lugar sin lugar, una utopía.

domingo, 2 de octubre de 2011

Taller de mala escritura


Hoy voy a hacer un taller literario al revés, voy a compartir con ustedes algunas perlas de plástico de mi escritura, de lo que pienso y escribo pero no publico. Espero que casi nadie piense que lo que sí publico es en realidad peor…
Los invito a liberarse conmigo y compartir con todos lo más cursi, redundante, retórico, incomprensible y aburrido de su escritura.
1. Proyecto de guión: “Los Agrosexuales”
Se oye el chirriar de una coladera al ser levantada, se ve cómo se levanta y se aparta hacia un lado. Comienza una canción (“I don’t wanna loose your love tonight”). La cámara sale, se levanta por el aire y nos muestra el Palacio de Bellas Artes, gira, se eleva más y vuela por la ciudad hasta Insurgentes y Periférico; a la altura del puente de Aurrerá se ven dos autos en veloz persecusión. Uno es un convertible rosa, el otro un Malibú 78 negro. La cámara enfoca el auto rosa, que en ese momento choca contra un pesero. Close-up a la cabeza del conductor que está deshecha contra el parabrisas y escurre sangre. En el fondo semiborroso se ve como llega el otro auto, se detiene y de él salen corriendo varias personas. El primero en llegar y ver la escena dice con voz de inmensa decepción y fastidio:
-¡Mierda, nos quedamos sin cantante!
Se oye una voz serena que responde sin mostrar a quien habla.
-Yo soy cantante.
Corte.
2. De un ensayo sobre la belleza
O entonces, cómo se supone que abordo la idea de no explotar de más el nombre, de pasar a funciones poéticas del lenguaje sin acordarme de las otras, una caja, unos zapatos, unos caminares, unas deudas, unos deudos, unos fenómenos de pureza, unos charcos, si quieres unos pintores expresionistas, si quieres unos fenómenos surrealistas, sin acordarme de la polémica entre esta caja y su gemelo industrial, de algún modo lo que sí era arte de la bienal, más pa’trás, ni siquiera vas a ver la calidad de la laca, es sólo una caja de cartón.
3. Poema de desamor
Ahora
el galeón de fantasmas surca aguas revueltas,
la carne grita, el corazón duro, reseco, estrujado, penetrado
por cientos de espinas
que reviven para presionar de cuando en cuando
no contiene una gota más de jugo que vaciar.

¡Dejen sus comentarios!

viernes, 23 de septiembre de 2011

México se escribe con J en Celebrate Mexico Now

El 21 de septiembre de 2011, en el evento inaugural del festival Celebrate México Now, en muy grata compañía.
Michael Schuessler, Earl Dax, Nayar Rivera y Alejandro Varderi.

Nayar Rivera al micrófono

Claudia Norman tras recibir un premio del gobierno de la ciudad de Nueva York

Aquí en plena inauguración del festival, al micrófono Rafael Ascencio con Claudia Norman, directora del Festival, y Laura Turégano,  directora del Centro Rey Juan Carlos I

Quiero ir a la playa



Faro de Bucerías
¿Qué habrá sido de las playas que visitaba yo de niño? ¿Cuál es el imparto ecológico que tuve entonces y tengo ahora? Entonces viajaba en autobús, llegaba con toda mi familia a una terminal de autobuses y emprendíamos una aventura que acababa frecuentemente en Puerto Vallarta, en San Blas, en La Tovara, en Rincón de Guayabitos, en Los Ayala, en Novillero, en el Faro de Bucerías (todas en Nayarit), o en otros estados: en Mazatlán (Sinaloa), en el Faro de Bucerías (Michoacán), en Puerto Escondido (Oaxaca), en Zihuatanejo (Guerrero) y del otro lado del mar de Cortés, en los Cabos o en Pichilingue (Baja California Sur), o del otro lado de México, en Cozumel o en Akumal (Quintana Roo).
Recuerdo que acampábamos mucho o nos quedábamos en hoteles baratos, pues era parte de la aventura, mi madre prefería gastar en eso el presupuesto familiar en vez de viajar menos pero con más comodidades. De hecho podría decir que en vez de lujos teníamos libros y viajes, en vez de cosas, experiencias.
Los Ayala era especial porque la bahía era muy cerrada y el oleaje tranquilo, así que nos metíamos en una lancha inflable hasta el centro y veíamos como debajo de nosotros pasaban las mantarrayas. Allí comprábamos pescado directamente de las lanchas de los pescadores y lo hacíamos ahumado en una fogata junto a la tienda de campaña. No usábamos bronceador, ni repelente contra los mosquitos, y los remedios universales eran la aspirina y el jugo de limón.
Teníamos un equipo para acampar francés, de segunda mano, que mi madre le compró a una amiga suya, y algunas otras cosas que trajimos de “importación” desde La Paz, como un equipo de aletas y esnórquel italiano que nos robaron en Puerto Escondido abriendo la tienda con un cuchillo para ver que sacaban.
No sé cómo se construyó semejante vida y de donde salía dinero suficiente para todo, la verdad. Mi madre era profesora universitaria y no ganaba tanto, pero siempre que había un par de días libres salíamos a algún lado.
Después de eso fui mucho a Zipolite, Mazunte, Huatulco y demás playas oaxaqueñas, pero todavía sueño con ir a lugares que no conozco, o no recuerdo: Campeche, la Laguna de Términos, Bacalar, Xilitla…
No me arriesgaré a decir que mi vida fue mejor que otras gracias a esos viajes de mi infancia, pero sí puedo afirmar que definieron al que soy ahora y como construyo mi relación con el mundo, y por eso, desde mi pequeña dimensión de turista de la ciudad de México, deseo que se resuelva el horror cotidiano de las carreteras: ahora resulta familiar escuchar que a alguien que fue de paseo por tierra a Ixtapa le tocó un retén de los Zetas y perdió la vida. No imagino lo que será vivir así todo el tiempo, entre masacres, toques de queda y amenazas constantes. Qué triste.
Espero que las narraciones sean exageradas, y sobre todo, no confirmar lo contrario en carne propia.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Los cuentos de hadas, entre el desprestigio y la libertad


Los cuentos de hadas, entre el desprestigio y la libertad


Ilustración del siglo XIX para Las preciosas ridículas
En una de sus célebres cartas sobre la vida en la corte de Versalles que data de 1677, Madame de Sévigné se divirtió narrando uno de los pasatiempos típicos de las damas de su medio: contar historias plagadas de hadas y princesas encantadas, que a pesar de ser criadas por campesinos o pastores no perdían un ápice de su belleza ni de su delicadeza. Estos cuentos, bagatelas absurdas y fantásticas, carecían de prestigio literario y contrastaban profundamente con las tragedias de tema clásico de los grandes autores del siglo del Rey Sol.
Los cuentos de hadas estaban emparentados con un estilo que causaba horror en Francia: el Barroco, y su variante nacional extrema, el preciosismo. Este ensalzaba la exquisitez como valor supremo y tenía como enemigo principal al ridículo. Por eso Molière tuvo tanto éxito con Las preciosas ridículas: “El estilo precioso –dice allí un personaje– no sólo ha infestado París, sino que también se ha extendido por las provincias, y nuestras ridículas doncellas han absorbido su buena dosis”.
Pero hubo que esperar hasta la última década del siglo XVII para que los cuentos de hadas se pusieran realmente de moda, marcando así una tendencia que siguió a lo largo del siglo XVIII.
El estilo en el que fueron escritos los cuentos reflejaba fielmente los valores cortesanos: había en ellos poemas barrocos, descripciones detalladísimas de los vestidos, las joyas, los bailes, los palacios, los banquetes, los postres, los chismes, los mohines, los absurdos y las formas de comunicarse de los cortesanos. Las hadas vivían en palacios de cristal cortado y volaban en carros tirados por cisnes, dragones o serpientes. La falta de clase y estilo al vestir y comportarse era peor que la misma fealdad, y pasaba por ser un verdadero defecto moral.
Uno de los cuentos que sigue fielmente esta tendencia es “Gracieuse y Percinet”, de Mme. d’Aulnoy, la pionera del género. En el cuento, un rey se casa en segundas nupcias con una mujer coja, jorobada, tuerta, gorda y cubierta de acné, pero riquísima, por lo cual el rey no tiene inconveniente en dejar que torture a su hija, la princesa Gracieuse, de todas las maneras imaginables.
Lo destacable es que la princesa prefiere sufrir que la entierren viva antes que casarse con el hombre del que está enamorada, el príncipe mágico Percinet. Esta manera de ver el matrimonio corresponde fielmente a este diálogo entre la una de las preciosas de Molière y su padre:
MADELÓN.- ¿Y qué estima, padre mío, queréis que hagamos de la conducta irregular de esas gentes?
GORGIBUS.- ¿Qué tenéis que decir de ellas?
MADELÓN.- ¡Linda galantería la suya! ¡Cómo! ¿Empezar lo primero por el casamiento?
GORGIBUS.- ¿Y por dónde quieres entonces que empiecen? ¿Por el concubinato?
De más está decir que Percinet corteja a Gracieuse del modo más cortesano que sea posible imaginar.
Otra paladina de los cuentos de hadas fue Mlle. L’Héritier, cuyo cuento “Marmoisan” exhibe todas las convenciones del género, desde el marco narrativo hasta las intrigas más absurdas: un noble tiene cinco hijas y un hijo, que encarnan todos los defectos y virtudes de su tiempo. La mayor es mojigata, amargada y fea, y además le repugna la compañía de los hombres. La segunda es bonita, pero jugadora e indolente. La tercera es coqueta y frívola, rodeada por un entourage de galanes, adicta a la moda y tan despilfarradora como su hermana con problemas de adicción al juego.
Luego siguen dos guapísimos gemelos: Leonore, una morena picante, capaz de montar, tirar y cazar, noble y valiente pero obsesionada por la limpieza, y su hermano Marmoisan, igualito pero dueño de todos los defectos de las otras hermanas. La hermana menor vive encerrada en un convento desde los tres años.
Marmoisan, que se las da de seductor, trata de violar a una vecina, pero el marido de esta lo mata. Leonore se disfraza entonces de su hermano para ir a la guerra, acompañada de su hermana menor, que le sirve de paje.
El hijo del rey, a cuyas órdenes debe servir Leonor transformada en Marmoisan, es un tanto sospechoso, pues “su padre temía que cogiera el hábito de dejarse obsesionar por su favoritos”.
Por supuesto, lo primero que hace el príncipe es enamorarse del nuevo favorito. Aunque circulan los rumores de que Marmoisan es mujer, no logra probarse nada. Cuando el príncipe trata de hacer que se bañe en un río, suena en el aire una voz mágica que dice: “¡Marsoisan, mientras tú te bañas, tu padre se muere!”. Finalmente, se descubre todo el enredo y el hijo de rey se casa con su fantasía erótica, en un apoteósico final feliz, lleno de bodas entre las chicas disfrazadas de chicos y sus enamorados. Pero el cuento, a la vez feminista, queer y camp, termina con una nota moral, pues las hermanas de Marmoisan son recluidas en un convento.
El autor más famoso de la moda de los cuentos de hadas fue Charles Perrault, que mezcló en sus cuentos las voces de los grupos sociales más desprestigiados de su tiempo: los infantes y el pueblo.
En un poema contemporáneo se hacía escarnio del escritor y de su hijo Pierre, al que se le atribuían los cuentos, diciendo que, si seguía así, el joven Perrault llegaría tan lejos como el padre “en el camino del sinsentido”.
Todos conocemos los cuentos de Perrault, que van de la nota roja erótica (Barba azul y Caperucita roja) hasta las típicas fantasías cortesanas (La bella durmiente y Riquete el del copete), pasando por otros personajes crueles como el Gato con botas y Pulgarcito. Han sido y siguen siendo un surtidor inagotable de versiones, desde Mujer bonita hasta comerciales de toallas femeninas que sirven para quitarle lo rojo a la caperuza y cómics pornográficos.
Al carecer de prestigio, los cuentos de hadas le han hecho un favor a la imaginación. Expandieron los límites de la literatura al representar zonas de imaginación exuberante y subversiva y permitieron el despliegue de una libertad creativa que extiende su influencia hasta hoy.