Salimos a la calle y la calle estaba cerrada para un desfile que lucía las carrozas de los bancos y las compañías de renta de autos y las clínicas comunitarias para atender a gente pobre con VIH y el albergue para ancianos homosexuales sin hogar y al congresista que promovió que se permitiera en el estado de Nueva York el matrimonio de personas del mismo sexo y al gobernador que firmó la ley y todos eran por un instante tan felices. Y luego regresamos a casa, y cuando volvimos a salir el West Village era la Dimensión Desconocida, y de pronto las tiendas de la Calle 8 tenían sentido, y alguna gente en algunos muelles. Luego vi Paris is burning y entendí lo que pasaba: Willi Ninja reinaba sobre la House of Ninja años antes de la película, antes de Madonna y Gaga, antes de que yo creyera que “xtravaganza” y “fierce” eran palabras típicas de RuPaul. Y en ciertas tardes tórridas, todo vuelve a ser lo que era, aunque los muelles ahora están pavimentados con granito, llenos de prados nuevecitos para los pequeños hijos de los yuppies y campos de golf en miniatura, y el desfogue sexual es una orgía de narcisismo para los hombres que trotan sin camisa. Y de nuevo nos atrevimos a recorrer sin éxito las mismas calles en busca de la entrada a los muelles para ver los fuegos artificiales del 4 de julio, seguimos la marea por la 10.ª Avenida hasta la 23 y regresamos casi corriendo, perdiendo todo lo que habíamos ganado, cortando la cuadrícula urbana por hipotenusas que nos llevaran hasta el universo seguro de la tele y el aire acondicionado, y la noche fue de Asombrosa Gracia, de América la Bella, de soldados de todos los colores y la libertad para perseguir la felicidad en un crucero noruego y Macy’s nos hizo sus mejores clientes, nos convidó rosas de fuego y banderas de fuego, y bombas simbólicas y encuentros cercanos con las estrellas, y con el río, y con la Libertad alumbrando al mundo, de seguro dentro de treinta años habrá quema de Judas, castillos y toritos, por mientras no. Las calles cerradas, las multitudes, hay alguien a quien tal vez le debo este estilo telegráfico, pero no quiero ceder décadas de trabajo en aras de la justicia. “Esta fiesta es sobre lo que los americanos hacemos mejor, comer y tratar de superar a los demás”. Las amas de casa de los Estados Unidos son de dos tipos (sólo dos), implica Roseanne Barr: como Roseanne Barr o como la “Condesa” de Manhattan, personajes creados para los demás, el universo perfecto del superyo.
Foto: Edward, Administrador del foro Wired New York.
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